jueves, 9 de julio de 2009

PRTXT 9.17

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No hay perro que resista a esta rabia.
Muerdo la mudez del mundo, y no se muere el perro de mis ganas, y mucho menos se evapora la rabia. En celo de todos mis pasos no dados, voy de árbol en árbol, buscando donde encallar mi hueso, hecho de sueño de mis sueños.

Cínico deseo, no valgo lo que odio. Antes de dar, recibo mi ansiedad.
Mis espejos están rotos de vanidad, bruto diamante la codicia de ser idolatrado por el silencio de los ojos.

Soy alérgico a las palabras dulces de intención sin sustancia. Formula de las idas y venidas, pendula a la sombra de todos los olivos vivos. Este año, la vendimia se saciara de tu boca. Sé que no pasara invierno que achique las distancias.

Nieve de celos, soy el Atila de tus infiernos, quiero para mí, lo mío de tu silencio.

Compré correas de un cordel de plata, y no tengo para pasear a ninguna idea digna de ser mostrada.
Voy de tumba en tumba, tumbando deseos y sueños.
Desayune con spray de tu trigo de pelo, y vos no estabas, te habías olvidado el cuerpo.
Algo de vos no está cuando estas. Algo de mí se fue hace tiempo.

Lazarillo de sentimientos, los dedos corrigen de modo automático la necesidad de nuestros cielos.

Los dos estamos acá, sin estar ni cerca, ni dentro.

En piloto automático, sin posibilidad de chocar alguna, hacemos el viaje previsto, ruta ya sabida. Sin ansiedad de lo nuevo.
Todo es siempre del presente, todo es acá de los lugares, Soy ser del siendo que es. Soy Dios de un Ángel ateo. Yo soy, y al decirlo, dejo de serlo.



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