martes, 25 de agosto de 2009

PRTXT9.21

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Vuelo sin alas, doy pasos estrechos que no dan respiro. Tengo pies de plumas negras.
En mi saco gris, dos angelitos crueles me bordaron “suerte” en todos los bolsillos.

Bajo pulgares tengo la frente, van y viene siempre en la dirección que inmortalizó a Pilatos.
Mis manos son diamante negro.

Sin tabla alguna hago surf sobre las nubes de esta noche estrellada. . .en mil pedazos.
Alguna bruja que no supe, me beso con su agüita de azar fermentada.

Joyas de un santuario al que jamás fui invitado, coronas que me han sellado los dedos sin cruzar.
Mi voz suena a diamante negro.

Es un otoño raro, las hojas no caen, se quedan quietas, a la espera de un ansia, fe de toda esperanza.

Tarde, y el sábado es un fantasma errante, al que nadie vio. Vaga como perdido por los rincones de cada baldosa calcárea que esta ciudad conserva.

Anochece, como un final de obra, el telón de pana negra, cerró todas las escenas de cotidiana verdad.

Visito como prometí, de noche para que no veas, un altar imaginario de mini-Hogueras, y me siento a derretir Dulces en cristales.

Azúcar de lamé, impalpable todo lo que se ve de mí y de voz(s).

Dos senderos han sido pavimentados nuevos, son de diamante negro, y brillan como el asfalto de todas las piedras sanas que llevo tragadas. . .y pesan.


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