lunes, 2 de marzo de 2009

PRTXT 9.0

.

Roberto Arlt decía que escribir es arrojarse a los perros.
Hay viernes que desearía enviar mis pinturas y no escribir nada.
Esto me serviría a bajar el impacto que muchas veces esas manchas me provocan, y me desconciertan.
No hay azar aunque parezca.
Me doy cuanta que controlo mis garabatos, el tamaño de las manchas, la intensidad de los colores cuando aparecen, la oscuridad del negro.
Puedo manipular el agua, de que modo invade la tinta china y hago aparecer seres irreconocibles, un paisaje inventado, una realidad artusiana, la ciudad de mis fantasmas.

Pero escribir me enlaza a ustedes, y es el modo más dinámicamente eficaz de llegar.
Escribo para mí y no para ustedes. Escribo para ustedes aunque hable de mí.
Hablar de alguno de ustedes, para hablar de mí.

Egocentrismo de letras, uno siempre quiere ser aprobado, aunque no me tome la molestia de escuchar, aunque me de vergüenza un halago, aunque de cierto placer ser por momentos tan encriptado.


Somos cómplices, quiero que lo sepan. Explicita o implícitamente.
Esto no es ni bueno ni malo, simplemente es, y hay un contrato tácito de tolerancia, aunque mi mayor anhelo es incumplirlo constantemente.

Yo escribo por que si no lo hago, me muero. Ustedes me leen, porque se les antoja.
Aunque con cada texto me muero un poco, y ustedes con cada antojo satisfecho se van consumiendo el deseo. Después de todo, como dice Clarice Lispector “la vida es mortal”



.

No hay comentarios:

Publicar un comentario