martes, 7 de abril de 2009

PRTXT 9.5

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Voy manejando por Av. Belgrano, es viernes y el transito es imposible, freno en un semáforo y pienso:

Hay un murmullo que me arrulla, cuando estoy con gente en silencio.
Gente que no conozco.
Me alivia la responsabilidad de hablar para no generar silencio.

Amarilla, Verde, retomo el viaje:

Desde que empezó la obra ArtMaria frente al Dique 1 (http://www.artmaria.com.ar), solo dos veces logre sin proponérmelo, ver como se ilumina la cúpula principal de la Iglesia Santa Rosa de Lima (Av. Belgrano y Pasco).

Hay un gesto en el tamiz de luz que proyecta la cúpula mayor, entre la columnata que la sostiene, que habla con certeza de los secretos infinitos de la arquitectura de esta ciudad aun más infinita.

Hoy pasé y lo vi. Es como si Dios estuviera descargando la mercadería de Luz, del mismo modo que lo hace ese camión de lácteos, en el almacén cuatro frentes antes en la misma cuadra.

Respetará el horario de carga y descarga. . .?

Manejo y por momentos no estoy en mí, vago quien sabe por donde. . .y cuando caigo y vuelvo en sí, me pregunto:

Quien estuvo manejando por mí?

Un escalofrió me paraliza, subo el volumen, suena Prince con “When doves cry”, intento enfocar la atención. . .

Y si un día demoro más de lo permitido?
Si el pensamiento se aleja tanto que no logra volver a su “casa”?

Reflexiono, cuantos mundos conquistados, cuantos asesinatos, cuantas pasiones, cuantos fracasos, cuantas orgías, cuanto cielo alcanzado, cuanto pensamiento inconcluso en un viaje a ArtMaría?

Luz roja, freno. . .
Luz amarilla, luz verde, avanzo y cruzo el puente del Dique 2, paso frente a las Torres Mulieris.
Gemelas con una vanidad que le pondrán a este “barrio” de anónima urbanidad, toda la numinosidad que no tiene. Rómulo y Remo de una Roma, con un inoxidable sonido de tango.

Tan solo una hora, equivale a 5 años vividos, envejecemos con la misma intensidad con la que pensamos, imaginamos y soñamos. . .

Coetze dice que “cuando uno va envejeciendo se contenta mas con la idea de las cosas que con las cosas”.

Todos los órganos del cuerpo sucumben ante la realeza de la mente, reina desposta y tirana, esclaviza a costa de nuestra propia voluntad, todo los deseos cumplidos o a cumplir.
Nos escarmienta la desobediencia de “pensar” autónomamente.
Estamos gobernados por una mona loca, con mil navajas afiladas.


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