jueves, 4 de junio de 2009

PRTXT 9.12

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Siete cirios de plata encenderé para conmemorar tu recuerdo.
Acá la noche es muy noche, el frío es muy frío. La intensidad hermana de los “hechos y no”, jugó a las escondidas. Alguien se robo el libro de los destinos.

Acuño monedas con la cara de Pessoa de un lado, del otro no pongo números, no valen nada.
Todo tiene el valor del eco del silencio. . .

Ciego de razón, intuyo mis acciones mínimas: respirar, beber, alimentarme, olvidarte.
Las deletreo para poder concentrarme en hacerlas: r-e-s-p-i-r-a-r.

Ojalá pueda hacer como vos, rezarle al Agua que me borre.
Ojalá sea sencilla esta enciclopedia de ansiedades, que asfixian la realidad de lo que camina al paso de un reloj.
Ojalá hubieras nacido sin pies, ojala hubieras sabido volar y no caminar, así hubieras evitado dejar huellas en la arena húmeda.

Sin la posibilidad de tu Agua, no se beber nada. Vaivén deseoso de olvidar todo, olas de fragilidad de duelo. A los sensibles se nos hiere el órgano de la distancia, el órgano de la palabra.

Tic-Tac de un ajedrez que jugué miles de veces en el tablero de tu mente.
Jaque mate, el destino hizo su juego y yo me quede esperando al tiempo bajo toda esta sombra de recuerdos.

Levanto la mirada y repito, mantra de los confundidos:

- Con este sol. . .con este sol. . .!

Camino de siameses almicos, vos te desasiste de la tuya, y andas con un cuerpo sin guata.
Yo, con toda la funda rota, en llagas de plumas blancas.

Lo andado en algún baúl de la eternidad habrá quedado guardado.
Todas las canastas de palabras arden con aceite eterno.

Me quede en el desierto, a pie. Eché a Rocinante, para no volver nunca más.

Sancho panza, se despidió de todo lo que yo no pude.
Cada dos o tres años me contará de tus imágenes, pero no de vos.

Y así de a poco, iré olvidándome los círculos de tus ojos, el triangulo de tu nariz, el óvalo de tu boca de arriba y el elipse de tu boca de abajo.

Gabriel vendrá algún día a visitarme con anuncios de vida. Bendito los ojos de quien pueda verte la luz de tu luz cuando des luz.

Sobre la arena, a dos metros de mi refugio, vuela enloquecido, furioso de rabia, un papel que oficia de esclavo fetiche del viento cruel, que habita en este desamparo de civilización en la que me encuentro. De tu puño letra escrito :

Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es,
sino porque la amo, y la amo por eso,
porque quien ama nunca sabe lo que ama,
ni sabe por qué ama, ni qué es amar…
Amar es la eterna inocencia,
y la única inocencia es no pensar…

( Alberto Caeiro (Fernando Pessoa) EL GUARDADOR DE REBAÑOS)


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